5 abril del 2019 | Crónica
LA LOLA CUCUTEÑA
Su historia nace en la Perla de Norte, en la tierra
del Bravo firme y en la magia de la noche
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Foto: extraída enPixaBay |
Se llama Dolores o como la llaman en las esquinas: Lola. Es hincha fiel del Cúcuta Deportivo, amante del café y ama fumar solo Piel Roja. Le gusta bailar reggaeton, por eso lleva siempre consigo su mítica minifalda plateada y su camisa ombliguera fucsia. Ella está acostumbrada a usar zapatos de cristal de veinte centímetros porque la ocasión siempre lo amerita.
Todos los días antes de salir a trabajar, Lola se encomienda a la Virgen de Fátima, mientras le prende sagradamente su vela de petición a la Virgen. Reza y aunque avergonzada por el cauce de su vida, terminó
persignándose y prendiendo un cigarrillo en aquella minúscula habitación húmeda, con una ventana cuyo rayo de luz no logra alcanzarla.
Con un metro sesenta,piel tostada y una risa encantadora, toma la colección de billetes que tiene sobre el catre oxidando, cada uno de los cuales le recuerda a esas fogosas noches de pasión con hombres colombianos, venezolanos, ecuatorianos, brasileños y hasta españoles.
Aunque la historia de Lola tiene dolor, drama y suspenso no se compara con la de Nabokov, que a pesar de ser una de las obras más prolijas carece de realismo mágico. Su vida nunca tuvo un antes ni un después, nació sabiendo qué le esperaba desde que estaba en las entrañas de su madre.
Para leer más tarde: https://atalayafm96-2.blogspot.com/2019/04/44-anos-formando-los-ninos-ninas-y_2.html
A sus escasos 14 años tomó la decisión de volarse de la casa, dejando ahí en el barrio Motilones de Cúcuta su ingenuidad, propia de su edad, aunque su vida de niña nunca fue la mejor, porque su mamá no tenía dinero para mantener a sus hermanos ni a ella, y su papá se había muerto en un accidente, dejándolos a la deriva. Lola, tomó la determinación aconsejada por una amiga de entrar a bares nocturnos, los cuales eran sitios recurrentes de hombres mayores.
No es una mujer como cualquiera, tiene ese exótico rasgo mulato que la hace inmune al sol, a los años y al tiempo. Tetragenaria, con una piel tersa, unos muslos carnosos y una gran depresión en el pecho, agarra el escapulario de tela que tiene en el cuello e intenta esconder la cicatriz que aún conserva en el cuerpo. A pesar que ya no tiene la vitalidad de una colegiala, todavía guarda recuerdos agridulces de cada una de sus experiencias en la cama.
A la de edad de quince años inició en el oficio de la prostitución, no tuvo reparos en acostarse por primera
vez con un venezolano, que le superaba en edad, ebrio. No hubo una conversación previa, ni una caricia apaciguante ni mucho menos amor, fue rápido, duro, pero sobretodo desgarrador.
Los posteriores a ese primer inicio fueron iguales, todos volátiles. El número de hombres que han pasado por las sábanas rotas y viejas de la pensión donde se hospeda, es de aproximadamente más de trescientos clientes, que pagan entre $15 y $30 mil pesos para a satisfacer sus anhelos viriles, de machos incomprendidos. Aquellos que solo duran una hora o máximo hora y media... ¡que sólo pagan y se van!
Lola, nacida en 1956, nunca ha conocido el amor aún cuando lo hace todos los días.Es una diosa afrodita que se embriaga en el elixir de la bebida, de las drogas y las novelas. Un cóctel que viene acompañándola como perro fiel toda su vida.
Aunque solo come arroz blanco con huevo, una de sus comidas favoritas, o pan con café se resignó a lo que le tocó vivir, porque aunque nunca ha salido de su amada Cúcuta, ni de sus calles, ni muchas de sus esquinas.-Ya no lo piensa hacer.- no pierde la esperanza de hacer realidad su sueño, ese de poder comprar su propia casa. Mientras seguirá siendo esa dama de la noche silenciosa, amiga de venus y de lo clandestino.
Palabras claves: Prostitución, sexo, Lola, Nabokov, crónica.
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Practicante de Comunicación Social
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