lunes, 6 de diciembre de 2021

 



La Voz de la comunidad: Una historia de las emisoras comunitarias en Cúcuta.

En el corazón de Atalaya, más exactamente en el barrio Tucunaré, en las instalaciones del Colegio Integrado Juan Atalaya, existe una emisora diferente a todas las demás, una que ha surgido para convertirse en ese movilizador de información, entretenimiento y conexión que necesitaban todos los habitantes de la ciudadela de Atalaya y la ciudad de Cúcuta. Esta es la historia de una emisora que fue creada pensando en sus oyentes, en la comunidad y la cual ha logrado dejar huella en la vida de cada persona que la sintoniza.

 

Desde el momento de su creación, se ha convertido en un espacio que prioriza la participación del ciudadano de a pie y que simboliza todas aquellas ideas de la democratización del arte que surgieron en el siglo XX, convirtiéndose en una radio de todos y para todos. Atalaya FM 96.2, nació con un propósito claro: brindar información veraz y relevante sobre el acontecer diario de la comuna siete y nuestra ciudad. En el año 2010, bajo la dirección de la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, esta iniciativa tomó vida. El director, Julio García Herreros, junto con el presidente de la junta de acción comunal del barrio Tucunaré, dieron los primeros pasos para hacer realidad este proyecto.

 

Desde su fundación, Atalaya FM 96.2 ha tenido un importante compromiso con la comunidad, el cual comprende las acciones de informar, educar y entretener a la comunidad en general. Su programación que incluye música variada, programas de radio interesantes del tipo cultural o informativo, se ha convertido en un reflejo de las necesidades e intereses de la comunidad. Es por esto que se ha convertido en una perfecta plataforma para dar voz a quienes regularmente no la tienen, es decir, la comunidad y fomentar la participación ciudadana.

 

El éxito de Atalaya FM 96.2 no hubiera sido posible sin el apoyo de la alcaldía de San José de Cúcuta quienes aprobaron la idea de transmisión en todos los barrios de la ciudad. y gracias a este apoyo institucional que fue fundamental para el crecimiento y consolidación de la emisora, se pudo llegar a un público cada vez más amplio y establecer a la emisora como un medio de comunicación relevante y de referencia para la ciudad.

 

Con el pasar de los años, Atalaya FM 96.2 ha experimentado un crecimiento significativo y muy importante en su audiencia. Pues es gracias a su compromiso con la calidad de la información presentada y la cercanía con la comunidad que la emisora se ha ganado la confianza de los residentes de la ciudad. Es por esto que al día de hoy, se puede contar con su señal en todos los rincones de la ciudad, siendo así una fuente de información accesible, relevante y que nos comunica a todos.

 

Atalaya FM 96.2, la única emisora comunitaria de Cúcuta, ha dejado una huella imborrable en el imaginario tanto de los habitantes de la comuna siete como de la ciudad, pues desde sus inicios ha mostrado un compromiso inquebrantable con informar, educar y ser un medio de entretenimiento para todos, estableciéndose como un símbolo, una imagen precisa de lo que significa la participación ciudadana y demostrando cómo la comunicación puede ser una herramienta sumamente poderosa para el cambio y la transformación social que a través de la difusión puede construir una sociedad más informada, cohesionada y participativa.

 

En cada hogar, en cada barrio, la voz de Atalaya FM 96.2 resuena, entrelazando a la comunidad. Siendo un recordatorio constante de la importancia de contar con medios de comunicación comunitarios que reflejen las realidades locales y empoderen a los ciudadanos. Su impacto se siente en cada rincón, en cada historia compartida y en cada sonrisa inspirada por su labor. Es un ejemplo vivo de cómo una emisora comunitaria puede convertirse en la voz de la comunidad de convertirse en la voz de la comunidad.


Por: Zulay Nayibe Jaimes Celis 

viernes, 3 de diciembre de 2021



Dora Cuervo, una luchadora del Mercado Claret

Desde la entrada de la Plaza de mercado de Claret, ubicada en Juan Atalaya, ya se puede sentir el olor a frutas, verduras, carnes, bebidas y demás que forman parte de este lugar, donde los olores de todos estos alimentos se mezclan y crean una fusión de emociones. Alrededor de 150 vendedores luchan día a día para convertir al mercado de Claret en un lugar en el que las personas puedan adquirir lo que desean y degustar de los mejores productos de la comunidad.

Dentro de esos 150 puestos de la Plaza, encontramos en el número 58 a María Dora cuervo Pardo, que desde que llegó, hace 38 años ha trabajado para ofrecer a la comunidad los mejores productos de calidad y excelente presentación. Una mujer de tez blanca, pómulos sonrojados, su rostro lleno de sudor por el trajín, y una gran personalidad, son las principales características que distinguen a Doña Dora. Hace saber que está totalmente agradecida por el tiempo y logros cumplidos con dedicación y esfuerzo en este lugar, que considera como su segunda casa.

Doña Dora, nació y se crio en Moniquirá Boyacá, hija de Leo Cuervo y Silvia Elena Pardo, Dora es la primera de tres hermanos. Su formación académica inicio en Colegio Integrado Antonio Nariño de Moniquirá, de donde se graduó con título de Normalista.  Con el trascurso del tiempo se ha formado para servir de la mejor manera a sus clientes, haciendo cursos en el Sena de manipulación de alimentos, microbiología de alimentos, atención al cliente y muy joven hizo un curso de chet, sin certificado pero que le dejo la mejor experiencia y aprendizaje, formación que le ayuda a ser minuciosa para comprar los productos que vende en su lugar de trabajo, pues para ella lo más importante es la calidad que puede ofrecerle a sus clientes por encima del precio.  

Llegó a vivir a Cúcuta a los 15 años de edad, a los 16 empezó a trabajar en un expendido de licores llamada la Garrafa en el centro de Cúcuta, y a los 19 años se integró a la asociación de usuarios de plaza del mercado de Juan Atalaya y desde entonces se levanta diariamente a la 1:00 de la mañana y se dirige a Cenabastos, a comprar y negociar frutas y verduras frescas para su puesto, llega a las 4:00 de la mañana al mercado, se dispone a organizar cada producto con dedicación y amor, pues ya casi comienzan a llegar los clientes, cuando apenas está saliendo el sol, 6:00 a.m. empieza a circular la gente, uno tras otro pasan por el puesto de Dora y los demás establecimientos que la rodean, con disposición atiende uno a uno hasta llegar la hora de recoger, 1:00 p.m. hora de hacer aseo  y dejar todo limpio para marcharse a casa cuando sean las 2:00 p.m. y así esperar la rutina del siguiente día. A pesar del sacrificio diario para ella lo más bonito y gratificante es que la gente la identifique, la prefiera e incluso la pregunten cuando por algún motivo no va a trabajar. Acepta que es un trabajo de mucha dedicación, esfuerzo, compromiso y amor diario, pero demostrando que si se puede salir adelante.

Es madre de 3 hijos que son su motivación, un diseñador gráfico, una diseñadora de modas, que actualmente estudia medicina y un subteniente de la Policía Nacional, quienes le sirven a la comunidad desde sus profesiones.  A quienes desde pequeños enseñó a trabajar en el puesto, a ser humildes, ganarse con esfuerzo las cosas y servir a la comunidad.

Como mujer trabajadora y cabeza de hogar, con carácter de una sola palabra, ha demostrado su poder como emprendedora en la comunidad, posee carisma, actitud, positivismo, que transmite a sus clientes y compañeros de trabajo, a pesar del cansancio que pueda tener, son experiencias que desea colocar de ejemplo para otras mujeres que creen imposible un sueño.

Y así entre personajes, colores, olores y sabores que se unen para formar este mercado tan concurrido en el barrio Claret, culmina la jornada de trabajo. 

 Por María Alejandra Cárdenas Ortiz


 

jueves, 2 de diciembre de 2021


 Una labor social que no espera nada a cambio 

Hilda Duque Ramírez, a quien se puede describir como una mujer activa y luchadora, siempre al pendiente de la comunidad y en especial de los jóvenes de Juan Atalaya. En este sector ha vivido sus más grandes experiencias y es el barrio Claret de Cúcuta, quien la ha visto crecer junto a sus familiares y amigos. Recuerda su infancia cuando jugaba por las calles y disfrutaban las diferentes épocas del año, experiencias que le llenan el alma, al igual que recuerda los tiempos bonitos que vivió mientras estudiaba y compartían en armonía con sus compañeros. Hilda Duque, la segunda de seis hermanos, es hija de José Alirio Duque y María Isabel Ramírez.

Se ha dedicado a defender y preservar el patrimonio ambiental y a promover a su comunidad la importancia del cuidado de los animales, labor que ella ama como a nadie, pues la hace sentir llena de vitalidad.

Se graduó de Bachiller del Colegio Integrado Juan Atalaya, ha realizado cursos en el Sena de construcción y repostería. Ha liderado proyectos como, Colija Sena, cursos con señoras de la comunidad y jóvenes de 10° y 11° grado del colegio Juan Atalaya, proyectos de preservación del medio ambiente alrededor de la institución, como lo es, "todo verde" en el cual, junto a los jóvenes, se encarga de sembrar árboles buscando concientizar y difundir el cuidado del medio ambiente. Siempre ha sido una defensora de la cultural, la fauna y la flora de su entorno. Lleva más o menos 6 años trabajando por la comunidad y el bienestar de todos. 

Hilda, madre ejemplar de tres hijos, que ha cuidado, vela por su bienestar y orienta de la mejor manera, es la familia que formó junto a su esposo a quienes considera su mayor tesoro, al igual que sus padres a quienes se refiere como personas trabajadoras y honestas, que la sacaron adelante con esfuerzo y dedicación.

Durante el confinamiento, estar encerrada era una situación muy dura para doña Hilda, quien buscaba sentir tranquilidad cuidando sus plantas y las del colegio, cuidar de los animales que también sentían la ausencia de los niños en el centro educativo por la pandemia. Como es el caso de “botitas”, una hermosa gata que juguetea con Hilda mientras hablamos, bajo los árboles verdes y llenos de frescura de este sector. Hacer esto, la ayudó a sentirse activa luego de estar tantos meses encerrada, sufriendo la rutina de los largos días, pues eso de quedarse sin hacer nada no va con Doña Hilda, ya que siempre debe está en constante movimiento.

Ayudar a los jóvenes es otra de sus pasiones, pues los considera como el futuro de nuestro país. Desde darles consejos, charlas y motivarlos para que aprendan a proyectarse, diciéndoles “que si se cierra una puerta se pueden abrir otras también”, al igual que los orienta a buscar un mejor futuro para que se puedan defender y apoyar a su familia.  A quienes les ha ayudado mientras tiene los medios, ofreciéndoles desde un consejo hasta un desayuno, para demostrarles que los sacrifico si valen la pena.

Menciona que lo más gratificante de estas experiencias es ver que los jóvenes siguen sus concejos y luchan por tener una mejor vida y aprenden un arte, niños a quienes ha visto graduarse del colegio ahora son unos profesionales, “me siento muy orgullosa al encontrarme con jóvenes que ya son ingenieros, técnicos, abogados, que siempre me agradecen por la orientación que en algún momento les di" menciona Hilda. Quien tiene planeado seguir liderando más obras y programas que mejoren la calidad de vida de los jóvenes y habitantes de Juan Atalaya. "Para mi hacer labor social es ayudar a esas personas que desee salir adelante, algo que nace del corazón y que satisface, sin esperar nada a cambio".

 Por María Alejandra Cárdenas Ortiz










martes, 30 de noviembre de 2021

 
Juan Castellanos, “todavía estoy para grandes cosas”

 Con una gran sonrisa en su rostro, una mirada que expresa felicidad, de ojos color marrón oscuro, y un “hola, ¿Cómo le va?”,  me recibe en la puerta de su casa, el señor Juan Castellanos.

Al entrar a su casa, en la sala sorprende ver algunas monturas para caballos, aperos, riendas y bolsos de cuero,  antes que uno pregunte, don Juan se dispone a responder “esos son algunos artículos que tengo hechos para vender a mis clientes y para mostrarle a las personas que vienen interesados en mi trabajo”. ..

“Juanito”, como lo llaman sus amigos y familiares, nació en Pamplona el 22 de febrero de 1943, Juan José Castellanos Mogollón de 78 años de edad, es hijo de Felisa Mogollón y Antonio Castellanos de Herran,  un pueblo de clima templado, ubicado en la frontera con Venezuela, tan solo a 10 kilómetros lo separan de Las Delicia. Es bisnieto del General Justo Pastor Mogollón, que guarda gran  historia detrás de él. Es el segundo de diez hermanos y recuerda que gran parte de su infancia la paso en un pueblo llamado El Camellón en Pamplona. Estudio en la Escuela Normal Superior de Pamplona, hasta primero de bachillerato.

Don Juan ha hecho muchas cosas en el transcurso de su vida, de pequeño aprendió el arte de elaborar velas de su padre que tenía una fábrica, lo menciona como si fuera ayer y se encarga de explicarme, “para hacer una vela, se derrite la cera, luego se espabila y se corta dependiendo el tamaño que se iba a vender”, agrega, “en mis tiempos esas velas se vendían mucho porque no había electricidad y esa era la forma de alumbrar”.

Se enamoró muy joven, de una mujer que fue todo para él, quien lo enseñó a vivir, a trabajar, de quien se refiere de la mejor manera con las siguientes palabras, "el ser que soy hoy en día, se lo debo a ella". Le ha tocado luchar y pasar por dificultades que le han enseñado a valorar cada detalle, y como él mismo dice, “unos días se sufre y otros se gozan”, pues cada experiencia de su largo vivir lo han formado como un hombre justo, humilde, trabajador, honrado y  colaborador.

Aprendió el arte de la talabartería a la edad de 18 años, por medio de su suegro Gregorio Acero Torres y desde entonces con el transcurso de los años siguió constantemente perfeccionando este arte y haciéndolo mejor cada día, recorriendo diferentes lugares que le han dejado aprendizajes y experiencias significativas. Al llegar a Sevilla en Cúcuta, empezó a ser más reconocido entre la gente, vendiendo sus productos a Ecopetrol y Mesacé empresas reconocidas en el mundo de la talabartería.  Poco a poco logro tener su propio negocio, ubicado en la avenida 4 entre calles 6 y 7 de Cúcuta, llamada La talabartería de Don Juan, luego de 5 años paso a trabajar desde su casa, donde lleva más de 23 años demostrando que la talabartería es su pasión.

Considera que el oficio de la talabartería con el tiempo ha sido desplazado a causa de la forma de movilizarse la gente, pues una moto o un carro generan mayor rapidez, que un caballo, que necesita alimento y medicina para mantenerse sano. Para construir una montura, tradicionalmente su base es en madera, actualmente también de materiales sintéticos, luego se hace el asiento, las correas, las detalles, el color entre otros,  que depende de los gustos del cliente y la creatividad.

Hace más de 20  años  vive en la ciudadela Juan Atalaya de Cúcuta, en el barrio Rosal del Norte.

La casa que habita está compuesta por tres habitaciones, una sala y un patio trasero que utiliza de taller donde acumula sus herramientas, cueros, remaches y demás cosas que utiliza para realizar sus artículos para la venta.  Actualmente tiene una familia que siempre le han brindado apoyo incondicional en todas sus dificultades, familia que ama y es su mayor bendición.  

Su buen humor y carisma es lo que caracteriza a Juanito, pues demuestra que sacar una sonrisa a alguien en momentos difíciles es una forma de escapar de los problemas y la realidad que a veces nos acomplejan.  Y se atreve a contar uno de sus chistes en medio de la conversación, “ llega un 100 pies a un partido de fútbol, durante el primer tiempo, el 100 pies le pide al entrenador que lo meta a jugar…  ya para el segundo tiempo el entrenador cansado de escuchar lo mismo, le dice que entre a jugar,  a lo que el 100 pies le responde, pero me espera, que me debo amarrar los zapatos”.

Entre risas, chistes  y anécdotas don Juan se despide diciendo, “Todavía estoy para grandes cosas”, para mí la talabartería lo es todo, es ese arte de trabajar diversos artículos de cuero o guarniciones para caballería, un oficio que me ha dado mucho en esta vida”.

Por María Alejandra Cárdenas Ortiz

lunes, 29 de noviembre de 2021

 

"EL LÍDER GENUINO NACE CON LA ACTITUD”

En la Torre 4, apartamento 501 de la Urbanización de Cormoranes de la ciudadela de Juan Atalaya, vive José Ordoñez López, hombre de piel color canela, ojos claros, cabello corto, muy formal, de gran personalidad y simpatía. Nació el 20 de octubre de 1970 en Pamplona, hijo de José Emiliano Ordoñez, ya fallecido y la señora Guillermina López, padres ejemplares que le dieron apoyo, le inculcaron valores y principios desde muy pequeño.

Con una sonrisa y gran disposición, acomoda las sillas en el pasillo del piso, desde la ventana se puede admirar en frente y a los lados, las otras torres amarillas de 5 pisos cada una, algo desgastadas y con grietas en las paredes, ya que el terreno ha presentado movimientos que ocasionan inclinación en algunas de ellas. En la urbanización hay 940 apartamentos con cerca de 5000 personas de diferentes condiciones sociales.  

Don José menciona que es orgullosamente de origen campesino al igual que sus padres, ya que las tierras donde paso la gran parte de su infancia en el municipio de Pamplonita, situado al norte de la ciudad de Pamplona, le han dejado grandes enseñanzas y anécdotas de vida que lo han ayudado a formar como ser humano. Describe ese sector como un lugar tranquilo, acogedor y con un clima un poco más cálido que en Pamplona. Al cumplir su mayoría de edad, decidió prestar servicio militar a su patria, que le enseñó disciplina y constancia para su vida como civil. Desde muy joven ha mostrado el interés por estar al pendiente de la comunidad y sus necesidades, siempre con el deseo de obtener experiencia y liderazgo. "El líder genuino nace con la actitud y empieza a mostrarlo desde muy pequeño".

Estudió en una escuela del pueblo donde vivía y al llegar a Cúcuta terminó la primaria validando en el Colegio Mariano Ospina de Motilones, ha realizado cursos en el Sena, como lo son Servicio al cliente, archivo, y un diplomado “la paz es el camino”. Además, es guardia de seguridad profesional por más de 15 años. Hace 25 años su familia se trasladó a Cúcuta, la que hoy en día menciona como su hogar, que le ha ofrecido cosas maravillosas, costumbres, tradiciones y su gente, las cuales no cambia por nada.

La comunidad lo considera como su gran amigo, siempre de la mano de la comunidad, quienes le dan apoyo incondicional y siendo el presidente de la Junta de Acción Comunal, ha liderado programas en pro del desarrollo de todos, algunos de estos proyectos son: la Validación de primaria para adultos que inicio en uno de los apartamentos y que hoy en día ha logrado educar y graduar a muchos bachilleres para la cuidad.  Se gestionó un parque Biosaludable, se mantiene actualmente la construcción de un puente para mejorar la movilidad de la comunidad, se ha gestionado un lote para la Parroquia que se va a llamar Nuestra señora de la Misericordia y la aprobación para mejorar la vía desde la avenida 5 de motilones hasta la 15 de Cormoranes.

Luchando con diferentes problemáticas que ha tenido la Urbanización, siempre al pendiente de su gente, ha brindado lo mejor de él para, de alguna manera, solventar las necesidades de la comunidad. "El trabajo social desde las juntas de acción comunal nunca han sido fácil, pero siempre dejan una satisfacción al ver los resultados y la felicidad en el rostro de las personas que ayudamos, son quienes viven y sienten las necesidades del barrio y sus voceros", menciona don José.

Por María Alejandra Cárdenas Ortiz

viernes, 20 de noviembre de 2020

 

                                                                   El mercadito libre 


Como es de costumbre la Ciudadela de Juan Atalaya tiene sitios espectaculares para los que viven allí, pero en sí, existe uno que cada 8 días diferentes personas hacen presencia en el barrio Claret cerca al canal de Comuneros, este grupo de personas que viven del día a día han tenido una tradición desde 1960, generalmente todo esto empezó desde esa época, lo cual este mercado libre tiene más de 60 años viniendo todos los jueves al barrio Claret, desde que empezó todo este proceso, el famoso mercadito libre fue con una iniciativa de diferentes barrios de la ciudad de Cúcuta que están ubicados en el sur, como lo son los barrios San Rafael, Cundinamarca, Belén, San José, Alfonso López y Claret.

La idea nace a nivel nacional siendo presidente el General Gustavo Rojas Pinilla de la República de Colombia.  En el año de 1957, mediante una ordenanza que autorizaba a los campesinos que sus productos llegarán frescos y directamente al consumidor a muy buenos precios y de óptima calidad a través de puestos o mercados satélites en diferentes barrios de la ciudad.

una vez a la semana dentro del mayor orden y tranquilidad posible.  Fue cuando en Cúcuta un 25 de mayo de 1960 un día Domingo en el barrio San José la Señora María Guerrero sacó una mesa con carnes, verduras y víveres para vender al público en un parqueadero cerca de la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias, y así se le fueron uniendo hasta llegar a 20 vendedores. Entonces solicitaron el permiso al alcalde del momento para poder vender allí y rotar por otros barrios.

Hoy en día subsisten gracias a las ganas y a la tradición que poseen sus integrantes, que han visto pasar hasta tres generaciones por estos lugares, en el momento hay 150 familias que tienen puesto en el mercado libre y mueven la economía y el sustento de sus hogares.  Zenaida Uribe tiene 42 años de estar en el mercado libre, heredó el puesto de su Mamá Carlota Gutiérrez, “Me crie y crecí en medio y entre canastos” afirma sonriendo. Marcelo Guerrero tiene 25 años y es nieto de la Fundadora es la tercera generación de esta familia en estas actividades comerciales y tradicionales de la ciudad, estudia Ingeniería electrónica, pero sigue trabajando todavía en el mercadito libre. De hoy en día recorren la ciudad de la siguiente manera; Los lunes en el barrio Alfonso López, los martes en San Rafael, los miércoles en San Luis, los jueves en Claret, los viernes en Cundinamarca, los sábados en el Colsag y los domingos en el barrio donde se originó todo esto, que fue en el Barrio San José.

Por Adrian Fonseca Epalza 

lunes, 9 de noviembre de 2020

               La Película de Lucía 


Lucía, de tez morena, pelo corto oscuro, boca fina y ojos color marrón oscuro lleva lentes. La vestimenta negra le da el porte de estar de luto. Vende películasal por mayor. El negocio está a unos pasos del de Jimmy Varón. Esta crónica puede serle para muchos un empleo informal y de salida rápida. Pero a los que gastan horas rutinarias día a día bajo el cobijo del sol, es considerado también un negocio estable y honrado. Su principal meta es vender cantidad de films a los caminantes que transitan por estos lugares,siendo esto el único medio de ofrecerle un buen material de alta remasterización y calidad visual al cliente.

Estos laborantes son independientes, duplican filmes que el consumidor deseegracias a “Programas Cracks” que les facilita un buen rendimiento de imagen y soporte al disco, para luego obtener el sustento diario. Pero no todos corren la misma suerte en obtenerlas, estas herramientas son restringidas, hay que pagar un denominado monto para utilizarla.

De allí surgen las alianzas de distintas microempresas con los mismos formatos audiovisuales e incrementan el precio. Estas ideas son poco beneficiadas hacia los vendedores informales porque no les rinde la plata del producido,algunos prefieren ofrecer cantidades por un precio inimaginable.

Por esto y tanto se les ven buscando una sección de favoritos de productos fílmicos y discográficos para colocar a sus estantes. Los géneros más pedidos son acción y terror dando impacto y entretenimiento al público. Su estrategia más exitosa de atraer al cliente es crear un discurso con estrategia comercial que les asegure curiosidad al escucharles como lo son estos cinco protagonistas. Muchos consideran este oficio como un negocio formal pero terminan haciendo parte del comercio ilícito.

Por Adrian Fonseca Epalza 

  La Voz de la comunidad: Una historia de las emisoras comunitarias en Cúcuta. En el corazón de Atalaya, más exactamente en el barrio Tucu...