Hilda Duque Ramírez, a quien se puede describir como una mujer activa y
luchadora, siempre al pendiente de la comunidad y en especial de los jóvenes de
Juan Atalaya. En este sector ha vivido sus más grandes experiencias y es el
barrio Claret de Cúcuta, quien la ha visto crecer junto a sus familiares y
amigos. Recuerda su infancia cuando jugaba por las calles y disfrutaban las diferentes
épocas del año, experiencias que le llenan el alma, al igual que recuerda los
tiempos bonitos que vivió mientras estudiaba y compartían en armonía con sus compañeros. Hilda
Duque, la segunda de seis hermanos, es hija de José Alirio Duque y María Isabel
Ramírez.
Se ha dedicado a defender y preservar el patrimonio ambiental y a promover
a su comunidad la importancia del cuidado de los animales, labor que ella ama como
a nadie, pues la hace sentir llena de vitalidad.
Se graduó de
Bachiller del Colegio Integrado Juan Atalaya, ha realizado cursos en el Sena de
construcción y repostería. Ha liderado proyectos como, Colija Sena, cursos con
señoras de la comunidad y jóvenes de 10° y 11° grado del colegio Juan Atalaya,
proyectos de preservación del medio ambiente alrededor de la institución, como
lo es, "todo verde" en el cual, junto a los jóvenes, se encarga de
sembrar árboles buscando concientizar y difundir el cuidado del
medio ambiente. Siempre ha sido una defensora de la cultural, la fauna y la
flora de su entorno. Lleva más o menos 6 años trabajando por la comunidad y el
bienestar de todos.
Hilda, madre ejemplar de tres hijos, que ha cuidado, vela por su bienestar y orienta de la mejor
manera, es la familia que formó junto a su esposo a quienes
considera su mayor tesoro, al igual que sus padres a quienes se refiere como
personas trabajadoras y honestas, que la sacaron adelante con esfuerzo y
dedicación.
Durante el confinamiento, estar encerrada era una situación muy dura para
doña Hilda, quien buscaba sentir tranquilidad cuidando sus plantas y las del
colegio, cuidar de los animales que también sentían la ausencia de los niños en
el centro educativo por la pandemia. Como es el caso de “botitas”, una hermosa
gata que juguetea con Hilda mientras hablamos, bajo los árboles verdes y llenos
de frescura de este sector. Hacer esto, la ayudó a sentirse activa luego de estar tantos meses
encerrada, sufriendo la rutina de los largos días, pues eso de quedarse sin
hacer nada no va con Doña Hilda, ya que siempre debe está en constante movimiento.
Ayudar a los
jóvenes es otra de sus pasiones, pues los considera como el futuro de nuestro
país. Desde darles consejos, charlas y motivarlos para que aprendan a
proyectarse, diciéndoles “que si se cierra una puerta se pueden abrir otras también”, al igual que los orienta a buscar un mejor futuro para que se puedan
defender y apoyar a su familia. A quienes les ha ayudado mientras tiene los medios, ofreciéndoles desde un consejo hasta un desayuno, para
demostrarles que los sacrifico si valen la pena.
Menciona que lo
más gratificante de estas experiencias es ver que los jóvenes siguen sus
concejos y luchan por tener una mejor vida y aprenden un arte, niños a quienes
ha visto graduarse del colegio ahora son unos profesionales, “me siento muy
orgullosa al encontrarme con jóvenes que ya son ingenieros, técnicos, abogados,
que siempre me agradecen por la orientación que en algún momento les di" menciona
Hilda. Quien tiene planeado seguir liderando más obras y programas que mejoren
la calidad de vida de los jóvenes y habitantes de Juan Atalaya. "Para mi
hacer labor social es ayudar a esas personas que desee salir adelante, algo que
nace del corazón y que satisface, sin esperar nada a cambio".
Por María Alejandra Cárdenas Ortiz
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