¿Qué beben los
cucuteños?
Un escape de la realidad...
Punto de vista
masculino
Cuando alguien busca sitios para beber
licores la primera idea que viene a la mente son los almacenes que circundan la
Terminal. En esta zona de Cúcuta suele abundar el aguardiente y la cerveza. En
el Malecón y en el barrio Caobos se evidencia una realidad opuesta. La clase
media y la high-life tienden a imitar el estilo de vida estadounidense por
carecer de personalidad; por tanto, los bares donde sirven cocteles imitan las
modas de Miami, Nueva York y Londres. Por supuesto, para un consumidor
corriente estos detalles importan un comino, pues su único propósito al visitar
tales sitios es pasar un rato agradable.
Las intenciones de Jhon Jairo y Joan
fueron pasar un rato agradable. Esta fue la premisa a seguir el 3 de octubre de
siete a diez de la noche. El primer lugar de peregrinaje fue Coco Loco. Allí
descubrieron que los precios oscilan entre los 6000 y los 25000 pesos. Las
bebidas son una mezcla de granizado de frutas con diferentes tipos de licores.
Como el presupuesto para beber de los dos amigos era tan apretado, Joan compró
un “Huracán” (naranja, cereza y vodka) y lo compartió con Jhon por espacio de
treinta minutos. La dilatada degustación obedece a la fuerte sensación, casi
ígnea, que provoca el líquido a su paso por el esófago; al bebedor corriente
estas consideraciones le parecerán cosa de chiste, pero es necesario hacerlas y
aclarar de una vez que los dos amigos son abstemios.
Coco Loco, a primera vista, está
decorado con bombas en formas de balón, música electrónica suave, las mesas
están espaciadas y acostumbran a obsequiar un pocillo de palomitas de maíz a
los bebedores. Los clientes usuales son parejas de novios que se besan cada
treinta segundos, amigas de diferentes rangos de edad que celebran cumpleaños o
el día de las madres, universitarios con ganas de saborear alcohol en forma
“sana”. El portero del negocio, Emir Hurtado, le dijo al dúo que las personas
que causan problemas en el establecimiento acostumbran a llegar borrachas de
otros sitios; también les contó que una estudiante de la universidad Francisco
de Paula de Santander grabó unas escenas dentro del lugar para un documental
sobre drogadicción y prostitución en Cúcuta, a lo que el dueño de Coco Loco
procedió a demandar por difamación a la realizadora.
Luego de acabar la copa, la hermana de
Jhon los transportó en su auto hasta el barrio Caobos, zona de bares de estilo
internacional. El segundo sitio escogido para catar cocteles fue Winners, un
establecimiento que imita los bares deportivos de Estados Unidos. La primera
sorpresa que se llevaron estos inexpertos comensales ocurrió al leer el menú;
de todos los licores el menos caro era el Cuba Libre, mezcla de ron con Cola
Cola y un trozo de limón, que costó 11000 pesos; por esta razón, volvieron a
compartir un vaso. Mientras sorbían lentamente las aguas cobrizas, ellos
miraban por todos lados los detalles extranjeros del local: pelotas de béisbol
antiguas firmadas por jugadores, pelotas de fútbol americano, ofertas de alitas
picantes, estudiantes del Sena trabajando como cantineros, adolescentes
festejando los quince años de una chica.
Por Adrian Fonseca Epalza
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